Sí, lo sé, soy lenta. Como dice mi marido, tengo mucho cuajo. Me cuesta planificarme y a veces soy poco resolutiva. El caso es que aquí estoy yo: primera semana de otoño y publicando un post sobre recuerdos del verano. No es que me haya dado el aire así de repente, es que ahora, por fin, he podido reunir las fuerzas y sobre todo el tiempo para poder escribirlo. Pero tampoco quería inaugurar la temporada del blog omitiendo esto.
Este en un post casi personal, un rinconcito al que volver para recordar el verano en que Alberto empezó a andar y mi niña se hizo mayor. Esto es el resumen, muy resumido, de mis mejores recuerdos de nuestro verano 2016.
Por orden cronológico, no de importancia, son:
- Aprender a bucear. Una de las mejores cosas que he hecho últimamente, una sensación inexplicable, un mundo desconocido y tan diferente al que conocemos… Pero eso os lo contaré otro día con calma. 2. Las mañanas de remoloneo y risas en familia. En verano hay tantos planes, que tenemos muy poco tiempo para pasar juntos y con calma, así que cuando se alinean los planetas y nos levantamos sin prisas, disfrutamos un montón. 3. Conocer un mar que se parece a una piscina. Lo del Mar Menor es muy curioso, parece un lago y aunque está muy sucio, las puestas de sol son un espectáculo. 4. Descubrir un castillo donde habitaron grandes reyes. De camino a Galicia, tuvimos la suerte de parar a comer en Monterrey, localidad que acoge un precioso y bien conservado castillo, el Castillo de Monterrey. La verdad es que la parada fue una bocanada de aire fresco en medio de nuestro larguísimo viaje. A los niños les vino fenomenal el descanso, pero sobre todo la pequeña aventura que vivimos, descubriendo la fortaleza prácticamente solos. 5. Los enfados de Julia. Son un recuerdo muy importante de este verano. Quiero recordarlo porque a veces me es difícil acompañarla en el proceso de aceptar que nuestra atención está cada vez más dividida entre ella y Alberto. Mi niña, con lo pequeña que es… y lo mayor que la veo. 6. Descubrir el paraíso. Galicia es una tierra a la que tengo mucho cariño, pero que suelo visitar poco. Este verano estuvimos unos días por la zona de O Grove y tengo claro que volveremos pronto. Galicia nos acogió con los brazos abiertos y volveremos seguro. 7. Los mejores abuelos del mundo. Más allá de tópicos, creo (de verdad) que he tenido mucha suerte con los padres que me han tocado, pero también tengo que decir que como abuelos se han superado. Esto da para otro post, pero ver a mis padres con mis hijos es una de las cosas más bonitas que me ha traído la maternidad. Lo que se quieren, lo que se piensan, lo que se disfrutan… 8. La bici verde de Julia. Después de la típica moto-correpasillos nos hemos hecho con una bici sin pedales, en concreto una Kazam. La verdad es que está muy bien, porque el cambio es muy natural y he leído que son muy buenas para trabajar el equilibrio y no tener que ponerles ruedines después en la bici. El manillar es muy amplio para facilitar el equilibrio y se ajusta, como el sillín. Julia se ha pasado el verano tirándose por la cuesta de las fotos y está encantada con ella, a pesar de los lamentos de su miedosa y anciana madre. Si os gusta, atentas, porque esta noche en mi perfil de Instagram, habrá sorpresa 9. La vida de aldea. Me encanta que mis hijos vivan la aldea en verano: sus caminos, sus gentes, sus animales… Creo que tiene un gran encanto y es muy enriquecedor para ellos y lo disfrutan muchísimo. Para mi tiene muchísimo valor verles disfrutar de las mismas cosas que yo disfrutaba cuando era niña. 10. La pasión de Julia por el agua. Me sorprende especialmente porque, dentro de lo miedosa que es para algunas cosas, en el agua es muy intrépida y me chifla verla disfrutar así. El verano que viene nadará mejor que yo. 11. El sol reflejado en los ojos de mi niño. Todavía le miro y me sigue sorprendiendo que tenga esos ojos tan verdes. Este verano Alberto se ha hecho más personita y le hemos disfrutado un montón. ¡Está en una edad tan bonita!12. La playa en familia. Juegos, risas, agujeros y castillos de arena, manzanas y muchas conversaciones en la playa más bonita del mundo. 13. Un único atardecer. Cuando tienes todos los atardeceres del verano a tu alcance no valen tanto…
No sé si habréis llegado hasta aquí, pero si seguís conmigo: muchas gracias por leerme y estar al otro lado. ¿Me contáis el mejor recuerdo de vuestras vacaciones?
¡Nos vemos esta noche en Instagram!